Un reciente informe regional estimó que la migración venezolana aporta más de 10.600 millones de dólares anuales a las economías de América Latina y el Caribe, desafiando narrativas que la asocian únicamente con presión sobre los sistemas sociales.

De acuerdo con diversas instituciones que analizan los flujos migratorios en la región, el impacto económico proviene principalmente del trabajo formal e informal, el emprendimiento, el consumo, el pago de impuestos y el envío de remesas internas dentro del país receptor.

Expertos señalan que, además de contribuir al mercado laboral, la población venezolana ha impulsado sectores como comercio, servicios, transporte, actividades tecnológicas y economías locales en ciudades receptoras, particularmente en países como Colombia, Perú, Ecuador, Chile y República Dominicana.

Organismos internacionales sostienen que la integración económica plena y la regularización migratoria podrían aumentar aún más ese aporte, fortaleciendo ingresos fiscales y reduciendo brechas laborales.

Algunos gobiernos, sin embargo, reconocen desafíos relacionados con infraestructura, salud y educación, por lo que insisten en la importancia de la cooperación internacional para garantizar una migración sostenible y ordenada.

Analistas coinciden en que los datos disponibles contradicen percepciones negativas generalizadas, y que comprender este impacto es clave para diseñar políticas públicas más eficaces basadas en evidencia.